Para que exista amistad no es necesario un lazo de sangre ni que un contrato formal sea celebrado. La amistad es un vínculo frágil en el que las partes asumen un compromiso tácito en el que el respeto y la confianza son la sutil estructura sobre la que se construye la comunicación.
Hay quienes creen que la amistad es incompatible con otras relaciones. Pero por el contrario, es posible que ésta no sea sino una sólida y enriquecedora base... ¿por qué no ser amigos de colegas, parejas, socios, maestros... y discípulos? Pensémoslo de este modo: la amistad puede tener tantas formas como la capacidad de dar lo mejor de nosotros mismos adaptándonos a las circunstancias.
Los amigos se necesitan entre sí justamente porque no se necesitan. Esta es la desinteresada paradoja que pone en evidencia la autenticidad de una amistad. La fragilidad deja traslucir una secreta fortaleza que solamente se configura cuando en perfecto equilibrio, libertad y generosidad habilitan la serena dimensión en la que los verdaderos amigos pueden descubrirse mutuamente.
Hay quienes creen que la amistad es incompatible con otras relaciones. Pero por el contrario, es posible que ésta no sea sino una sólida y enriquecedora base... ¿por qué no ser amigos de colegas, parejas, socios, maestros... y discípulos? Pensémoslo de este modo: la amistad puede tener tantas formas como la capacidad de dar lo mejor de nosotros mismos adaptándonos a las circunstancias.
Los amigos se necesitan entre sí justamente porque no se necesitan. Esta es la desinteresada paradoja que pone en evidencia la autenticidad de una amistad. La fragilidad deja traslucir una secreta fortaleza que solamente se configura cuando en perfecto equilibrio, libertad y generosidad habilitan la serena dimensión en la que los verdaderos amigos pueden descubrirse mutuamente.
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